jueves, 22 de febrero de 2018

Indiscreciones Uruguayas 2

SEGUNDA PARTE



Hoy me habló. Delmira me habló. Tal vez después de la boda esta es la segunda o tercera vez que me habla, y siento tanta emoción como miedo. Me emociona escuchar su voz y notar esa leve sonrisa en su rostro, y al mismo tiempo me asusta que sea, como otras veces, efímero. Si ella supiera lo que significa para mí su sonrisa… si supiera que cada vez que acepta mis palabras creo que el mundo se ilumina para mí, para nosotros.


Sé que le he hecho daño y que cada vez que me besa ella también teme que sea la última. No sé cómo decirle que la amo sin que eso sea tristeza escondida en el amor, pero la amo con pasión y culpa y sé lo bárbaro de mi querer.

2

Te hablaré de Ugarte, Manuel Ugarte.

Creo que todo aquel que conoce la historia de Delmira y yo podría pensar ingenuamente que el problema es Manuel, él mismo, Ugarte como hombre. Pero se engañan. Ugarte es sólo un hombre, un escritor que contó con la fortuna de recibir naturalmente los afectos de Delmira.

No, Ugarte no es más que un afortunado. El problema es lo que el señor Ugarte representa: miedo e inseguridad. Él es la imagen explícita de mis celos y mi falta de amor propio, y si hoy es Ugarte quien causa mi indisposición, mañana puede ser un Carlos, un Fabio, un Felipe, un Damián, un Ricardo… en fin.

Es Ugarte el fantasma que me recuerda que puedo ser olvidado, borrado del corazón de mi amada Agustini. Ugarte es la personificación de mi miedo.

3

Intentaré, temeroso, un soneto.
Comenzar es siempre dura tarea,
pero deliro porque ella me lea
desde mi atribulado parapeto.

El miedo, que disfrazo de respeto,
Es el mismo que, entre gritos, corea
El fantasma que a mi mente permea
Por no hacer de mi amor algo concreto.

No acuden a mí imágenes bellas
Con qué poder conquistarla de nuevo,
No aparecen esos brillos de estrellas,

No hay palabras ya donde me conmuevo
Ni son mis ilusiones como ella…
Quisiera escribir bien, pero no puedo. 

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