"Tienes un bicho montado".
Así comenzó la sentencia.
Una fuerte presencia
me tenía dominado.
Y qué bicho el que he agarrado,
con qué fuerza me achiquita
mientras vive y me marchita
cada flor del corazón.
Cara, ojos, testa, voz,
todo eso me palpita.
¿No me dejas escribir,
tú, animal malnacido?
¿Es que no te ha parecido
suficiente mi vivir,
que me quieres prohibir
lo poquito que me calma?
¿No te basta con mi alma
y también quieres mis letras?
Por favor ya no te metas,
decime qué más te falta.
Van pasando las tormentas
y me creo liberado,
pero el viento no ha cesado,
él va firme y sólo aumenta.
Ya no importa lo que sienta,
ni la fuerza (que no tengo),
dime cómo te detengo,
bicho feo y despiadado,
¿Si me lanzo estoy curado?
No lo creo... no lo creo.
Llévate todas tus voces,
no las quiero escuchar más,
ya no más, no más, ¡no más!
no me hundas ni destroces,
no te rías, ya no goces,
desalmado, mi dolor.
Te llevaste hasta el amor
sin siquiera preguntarme...
no persistas en gritarme,
ya cállate, por favor.
30/04/2017