perfectos acompañantes
para estos visitantes
cuya crítica, muy rústica,
disfruta más de la acústica
transmisión de un concertino,
y qué importa si al vecino
le molesta el contrabajo,
¿para qué se quedó abajo
del que escucha "Adiós Nonino"?
Teniendo un sobrino actor,
una prima tan bonita,
una tía tan chiquita,
otras dos nada mejor,
un tío que es más cantor
que Rolando Villazón,
y otro que, con pasión,
se dedica a los escritos,
ni haraganes ni corticos
se echan todos al sillón.
Se ha visto mucho teatro,
se ha dado mucha opinión,
se ha dormido en el sillón
una vez, dos, tres, y cuatro.
Pero al igual que idolatro
sentarme a observar actores
-que se creen los mejores-,
no es completa mi estadía
sin entrar a librerías
a buscar a mis autores.
Así que al acumular
lo poquito que llevamos,
hemos tenido en las manos,
después de mucho contar,
un poema pa' acabar,
mil cuatrocientos discos,
un Woyzeck alemanisco,
una Medea como pocas,
que de tantas vainas locas,
enloquece a San Francisco.
Ya veremos si al final
del paseo bogotano
yo no como más marrano,
y mejora el festival,
O tal vez se quede igual
y regresen en dos años
los mismos grupos extraños
con esas obras complejas
de gigantes candilejas
y de actores tan huraños.
Apenas dos han pasado
y cómo ha rendido el tiempo,
menos mal que el monumento
va a seguir ahí parado
cuando me haya yo marchado,
y no quedará ofendido
si es que cometo el olvido
de partir sin saludar
a tantos en el altar
ni al Señor de los caídos.
16/04/2014