viernes, 18 de abril de 2014

Décimas Bogotanas

Teatro, libros y música: 
perfectos acompañantes 
para estos visitantes 
cuya crítica, muy rústica, 
disfruta más de la acústica 
transmisión de un concertino, 
y qué importa si al vecino 
le molesta el contrabajo, 
¿para qué se quedó abajo 
del que escucha "Adiós Nonino"? 

Teniendo un sobrino actor, 
una prima tan bonita, 
una tía tan chiquita, 
otras dos nada mejor, 
un tío que es más cantor 
que Rolando Villazón, 
y otro que, con pasión, 
se dedica a los escritos, 
ni haraganes ni corticos 
se echan todos al sillón.

Se ha visto mucho teatro, 
se ha dado mucha opinión, 
se ha dormido en el sillón 
una vez, dos, tres, y cuatro. 
Pero al igual que idolatro 
sentarme a observar actores 
-que se creen los mejores-, 
no es completa mi estadía 
sin entrar a librerías 
a buscar a mis autores.

Así que al acumular 
lo poquito que llevamos, 
hemos tenido en las manos, 
después de mucho contar, 
un poema pa' acabar,
mil cuatrocientos discos, 
un Woyzeck alemanisco, 
una Medea como pocas, 
que de tantas vainas locas, 
enloquece a San Francisco.

Ya veremos si al final 
del paseo bogotano 
yo no como más marrano, 
y mejora el festival, 
O tal vez se quede igual 
y regresen en dos años 
los mismos grupos extraños 
con esas obras complejas 
de gigantes candilejas 
y de actores tan huraños. 

Apenas dos han pasado 
y cómo ha rendido el tiempo, 
menos mal que el monumento 
va a seguir ahí parado 
cuando me haya yo marchado, 
y no quedará ofendido 
si es que cometo el olvido 
de partir sin saludar 
a tantos en el altar 
ni al Señor de los caídos.


16/04/2014