con los poquitos recursos
que me dejan esos cursos
de poesía que invento.
Si resulta un poco lento
o si acaso no es muy bueno,
les suplico yo que al menos
no me juzguen con dureza,
ni se piensen que es pereza.
(Aunque yo sí me condeno).
Es el caso de una niña
con los ojos más mortales,
unos ojos con cristales
y tan dulces como piña.
Como aves de rapiña
te capturan esas joyas,
te sostienen esas criollas
pepitas de encantamiento,
y te mueven más que el viento
cuando el campo desenrolla.
Son pequeños y agrisados
los magníficos imanes,
son embrujo de chamanes,
son brebajes hechizados,
son caminos tan pintados
con colores de ladrillo...
son paisajes con castillos,
son los verdes de La Cocha,
son una dulce melcocha
que ni el mejor bocadillo.
Ya me empiezo a emocionar
y sólo es con un recuerdo.
La verdad yo no me acuerdo
dónde es que pude encontrar
lo que me hizo empezar
esta historia hace un momento.
Y tampoco me arrepiento
aunque ahorita me asustó,
y si a usted no le gustó
pues qué vaina... lo lamento.
07/01/2018