no me sueltan de sus garras...
más te suelto y más me amarras
con tus ojos, con tus almas,
con tu piel que se me escapa,
con mi vida que te extraña,
que te busca y se demora,
que te sufre, que te llora,
que no vive igual... no puede.
Siempre, siempre, siempre llueve...
que me insiste y se enamora.
¿Dónde están esos hechizos
que prometen transformar
en un bien lo que está mal?
¿Dónde más, sino en el piso,
me encontraste en mi desquicio
entre gritos doloridos?
¿Cuántas noches he tenido
sin tus brazos juguetones?
¿Cuántas más de esas noches
sin un "sueña lindo, lindo"?
No se callan estas voces
ordenándome abrazar
a la vida y enfrentar
tantos miedos y reproches.
¿Es posible que no notes
mis ausencias oculares?
¿Te parecerán normales
tantas toses y silencios?
La verdad es que no entiendo
tal relajo en tus andares.
Hay un gran hombre en mi contra,
cada paso castigándome,
cada llanto regañándome,
me critica cada cosa,
me golpea con las rocas
de la cruel y fiel consciencia.
Mas no mira, en su insistencia,
que ese hombre que mató,
ese mismo, ese soy yo...
Soy quien sufre y quien golpea.
Mientras Bach ruega al señor
que perdone sus pecados,
yo lamento haber dejado
escapar de mí su amor.
El problema del perdón
cuando se trata de encontrar,
es esa falsa bondad
conque promete recibirte...
debería advertirte
que no hay tal tranquilidad.
27/04/2016