Llega la ocasión del adagio interno...
Debo pensar en cómo no pensarte
tengo que salir de mi obsesiva convicción.
Me voltea la hora, me das vueltas y vueltas.
¿Qué tiene la hora que me envuelve así?
¿Qué pasa que no salgo de la hora?
¿Qué tiene la hora que no tienen los minutos...?
Sé tan claro que quiero la hora ahora,
porque no encuentro otra hora como la hora.
¿Cómo hace la hora para seducirme tan discreta?
Sin enterarse, la hora me hace soñarla sólo con reconocerme.
La hora monto ya... ya es el momento.
Puedo ver muy claro toda la oscuridad,
puedo divertirme con la sonrisa prohibida,
puedes ser coqueta y hacerme gravitar,
puedes acabar con mi vida...
Deseo tanto, con tanta fuerza,
que a veces me hago daño; y entonces
deseo no desear tanto, con tanta fuerza.
Llega la ocasión del adagio interno...
Y otra vez el sueño y otra vez pensar...
Y vuelve la hora a invadir mi cabeza...
Y vuelvo a dejarme llevar por la hora...
Y tiene la hora unos ojos imantados,
atrayentes, embrujados...
Es la hora buscada que está atravesando
cada lugar de mi atención...
Y río de no entenderme,
y río de avergonzarme,
y río de tanta ilógica,
y río para no llorar,
y no lloro porque me da risa,
y no hay nadie más que yo para entenderme...
¿Qué haces que me haces escribir?
¿Pienso entre letras encontrarte?
¿Qué hago si sólo así puedo?
Y no puedo dejar de mirarte.
La hora monto ya... ya es el momento
Llega la ocasión del adagio interno...
Me dejo llevar y va llegando la hora...
veo la hora y no la dejo ir...
la hora es mi pendiente más pendiente,
y al fin llega el sueño y vuelve a venir...
y al fin llega la hora de dormir.
09/09/2012