No es muy bueno el panorama
que las cosas hoy me pintan.
Las sonrisas que hoy entintan
son la máscara del drama,
que, aunque traigan mucha fama
de sonriente encantador,
no son más que un buen rubor
disfrazante de las manchas.
No pequeñas, sí muy anchas,
que "definen un señor".
"Enredado en ajenismos".
Así debí comenzar.
O "En lo Ajeno fui a Parar"
no es igual, pero es lo mismo.
Pero más puede el cinismo
del que sabe que se pierde,
que las ansias que se muerden
por decir un par de cosas
de las feas, dolorosas...
pero no me lo recuerde.
Pero el tema principal
no ha salido aún a flote,
y más vale que no explote,
no me vaya a salir mal.
Es que fue muy desigual
el comienzo del escrito,
pero espéreme un ratito
yo me encargo de cuadrarlo,
o sino de encuadernarlo
y dejarlo guardadito.
Ya no más, no más espera,
hay un punto qué tratar
y es momento de arrancar.
De una cosa hablar quisiera,
y no encuentro la manera
que resulte más precisa,
más amena, más concisa,
más legible, más amable,
menos dura, más palpable,
que no cause tanta risa.
Es deber del soñador
abandonar sus retrasos.
Yo ya he dado el primer paso,
¿el segundo? / ahí va, señor.
Una noche de calor
seguro provocaría
una loca "epidemía"
de insomnes ciudadanos
dando vueltas, cual marranos.
¡Qué espectáculo, Dios "Mía"!
Porque nunca ha de faltar
en la cama de un buen "damo",
la presencia de aquel amo
que lo deja a él soñar.
¿Es que puede alguien andar
sin haber dormido un poco?
Tiene uno que estar loco,
y vacía su cabeza,
para no ver la belleza
de caer como una "roco".
Me disculpo si relato
de manera un poco tosca,
como "rosco" en vez de rosca,
y no logro un buen retrato;
es que yo, tan insensato,
no he podido decir bien
(Dios me ayude a mí. Amén)
la razón que me conduce
a poner lo que antes puse...
ya no tardo... un santiamén.
La razón del desvarío
es la misma que me trajo
a escribir con desparpajo
los errores que antes "vío".
Esa misma, majo...tío,
que me tiene a mi escribiendo,
que lo tiene a usted leyendo,
que me tiene a mi, por suerte,
alejado de la muerte
que me ha andado persiguiendo.
Y no más vacilaciones.
Lo que pasa es muy sencillo:
he sacado del bolsillo
mis viejas anotaciones,
tomé un par de decisiones,
anoté varias tareas,
vi mis fotos (ay qué feas),
y saqué una conclusión
que sale a continuación,
porque usted ya cabecea.
Cabecea como yo.
Pero tiene usted la dicha
de contar diez "ovejichas"
y con eso se durmió.
¿Puedo hacer lo mismo? No.
Y con eso he de decir:
Sólo queda concluir
que de mi ya no soy dueño.
Es que tengo tanto sueño
que no me deja dormir.
17/08/2015