en que se ha convertido
lo que antes había sido
una solidaridad,
siento la necesidad
de entregar en dos palabras
cómo siento las macabras
decepciones de la vida,
como verte convencida
de los llantos en que labras.
Sabes cómo duele, ¿no?
¿Cuánto más debo sufrir
tu forma de convivir?
¿Me vas entendiendo? No.
No entiendes cómo dolió
que un día decidieras
(sin consultarme siquiera)
no tenerme más en cuenta.
No ves cómo se lamenta
el que antes entendieras.
Y, ¿ves que no te pregunto?
Es que no lo necesito,
porque se ve de lejitos
que no entiendes el asunto...
no ves el triste conjunto.
Estas son, pues, mis razones;
son estas las condiciones
que hoy no dejan dormir,
que no me dejan vivir...
Pero es que tú lo "supones".
De verdad, no he terminado.
Todavía no te he dicho
que aunque sé que Soy Un Bicho,
yo no estoy acostumbrado.
No y no. No me he olvidado
de las noches tan tranquilas
que pasamos entre filas
de teatro, de vestuarios,
de pinturas, escenarios.
Y ya no. No son tranquilas.
Porque me acuesto pensándote,
te pienso cuando me baño,
más te pienso y más te extraño;
y hasta te sueño soñándote.
¿Por qué no ves que cambiándote
me has vuelto en un fantasmita?
Y todas esas ramitas,
siempre tan desordenadas,
¿por qué no te pasa nada
y las tienes tan solitas?
Y sigo, porque no para
así de fácil mi carta.
Sé que puedes estar harta
de mi quejumbrosa cara
cada vez que se dispara
tu flecherío inocente,
pero, ¿qué tal lo que siente
el que recibe las flechas?
Duele, sí. Aunque estén hechas
de "crueldad inexistente".
Por ti me tiemblan las piernas.
Por ti no quiero rumbiar.
Por ti no puedo cantar.
Porque tú a mi me gobiernas.
¿Por qué parecen eternas
las tristezas que me das?
¿Por qué mejor no te vas?
O, Tal Vez, ¿mejor me voy?
pues total yo ya no soy
sino un dolor, nada más.
Hay un último problema:
Yo no quisiera perderte.
Y es que, aunque no quiera verte,
aquí estoy, en un poema.
Y ninguna estratagema
me conduce a la alegría
que llegué a tener un día
cuando no había dolor.
Pero bueno, ese honor
tal vez no lo merecía.
En fin, doña dolorosa,
sólo debo adicionar,
con el fin de dispersar
confusiones molestosas,
el nombre de la preciosa.
Es usted la que me escalda,
son las más lindas sus faldas,
y cuánta loca impaciencia
me producen sus dolencias,
mi querida amiga espalda.
28/04/2015