martes, 28 de abril de 2015

A La Que Me Causa Dolor

Ante la incomodad 
en que se ha convertido 
lo que antes había sido 
una solidaridad, 
siento la necesidad 
de entregar en dos palabras 
cómo siento las macabras 
decepciones de la vida, 
como verte convencida 
de los llantos en que labras. 

Sabes cómo duele, ¿no?
¿Cuánto más debo sufrir 
tu forma de convivir? 
¿Me vas entendiendo? No. 
No entiendes cómo dolió 
que un día decidieras 
(sin consultarme siquiera)
no tenerme más en cuenta. 
No ves cómo se lamenta 
el que antes entendieras. 

Y, ¿ves que no te pregunto?  
Es que no lo necesito, 
porque se ve de lejitos 
que no entiendes el asunto... 
no ves el triste conjunto. 
Estas son, pues, mis razones; 
son estas las condiciones 
que hoy no dejan dormir, 
que no me dejan vivir... 
Pero es que tú lo "supones".

De verdad, no he terminado.
Todavía no te he dicho 
que aunque sé que Soy Un Bicho, 
yo no estoy acostumbrado. 
No y no. No me he olvidado 
de las noches tan tranquilas 
que pasamos entre filas 
de teatro, de vestuarios, 
de pinturas, escenarios. 
Y ya no. No son tranquilas.

Porque me acuesto pensándote, 
te pienso cuando me baño, 
más te pienso y más te extraño; 
y hasta te sueño soñándote. 
¿Por qué no ves que cambiándote 
me has vuelto en un fantasmita? 
Y todas esas ramitas, 
siempre tan desordenadas,
¿por qué no te pasa nada 
y las tienes tan solitas? 

Y sigo, porque no para 
así de fácil mi carta. 
Sé que puedes estar harta 
de mi quejumbrosa cara 
cada vez que se dispara 
tu flecherío inocente, 
pero, ¿qué tal lo que siente 
el que recibe las flechas? 
Duele, sí. Aunque estén hechas 
de "crueldad inexistente".

Por ti me tiemblan las piernas. 
Por ti no quiero rumbiar. 
Por ti no puedo cantar. 
Porque tú a mi me gobiernas. 
¿Por qué parecen eternas 
las tristezas que me das? 
¿Por qué mejor no te vas? 
O, Tal Vez, ¿mejor me voy?
pues total yo ya no soy 
sino un dolor, nada más. 

Hay un último problema: 
Yo no quisiera perderte. 
Y es que, aunque no quiera verte, 
aquí estoy, en un poema. 
Y ninguna estratagema 
me conduce a la alegría 
que llegué a tener un día 
cuando no había dolor. 
Pero bueno, ese honor 
tal vez no lo merecía.

En fin, doña dolorosa, 
sólo debo adicionar, 
con el fin de dispersar 
confusiones molestosas, 
el nombre de la preciosa. 
Es usted la que me escalda, 
son las más lindas sus faldas, 
y cuánta loca impaciencia
me producen sus dolencias, 
mi querida amiga espalda.


28/04/2015



martes, 21 de abril de 2015

Tal Vez

Sigo incapaz de mirarme sin temor, sin esa pasión que me sabe encontrar aunque me le ponga en el más escondido escondite. Es la pasión del morir. Esa seducción acaso comprensible, ese afán (sin afán, qué ilógico) por saber si "allá" todo es más fácil, si será que luego todo se pone más clarito, si las decisiones se pueden devolver, las acciones deshacer. El deseo constante de huir. Esa tentación de sentirme cobarde y valiente al mismo tiempo. Haber convertido la decepción del mundo en una intención de cambiarlo, y luego sentir la imposibilidad de tan altruista empresa. Creer y saber que el cambio está en el espejo. Es que es la consciencia la que revuelca. Es que saber todo lo que hay que hacer y no querer hacer nada es lo que mata, lo que creo que me mata. Es que es el pudor que llega luego de escribir "me mata", como si de verdad me matara, como si fuera algo más que llanto y hueco en el estómago ("hueco en el alma" también me avergüenza). Tal vez sea la temida solución la indicada...tal vez. Es que a veces creo que es una persona la que me condena, a veces creo que es una persona la que me salva, a veces creo que quien me salva me condena y quien me condena me salva. Y no... no es ninguna de las personas que acostumbro a herir (es verdad, no hay aristas en esto) y entonces otra vez vuelvo al espejo, porque es el espejo el responsable, ¿me entiendes? Es el espejo que teme curarse de ti, de mi, de la vida. Es que el espejo se está poniendo feo, como sucio, como rallado, como opaco, como encorvado, como que al espejo de verdad ya no le sirve la espalda, como que el espejo llora solo (y se avergüenza) y nadie se entera, como que el espejo no supo qué hacer con el espejo y ¡pum! se dejó caer. Es que el espejo es el que me anda diciendo que tal vez, y así es muy complicado.



21/04/2015

Derretimiento

La canción repetida que saluda al infante,
la búsqueda loca de un amable instrumentista,
la ofensiva comida combinada a la vista,
las preguntas que “llevan a dos vidas amantes”

respuestas subidas de cantor y directante,
mirada escondida por verdades imprevistas,
tristezas compartidas, la pausa que despista,
lluvia que agiganta la simpleza del instante,

manos imprudentes, incapaces de evitar
lo que vidrios indecentes, raros, evidentes,
quisieran con sonrisas poder disimular.

Y un color cariñoso, un calor derritiente,
una música inaudible, un contar... cantar...
los rezos tan pasitos... la forma de rezar...


23/03/2015