de enfrentar el gran vacío.
No es de nadie. No. Es mío.
El que otrora ya tenía
me acompaña todavía
como leal escudero,
poniendo en su gesta esmero
por llegar hasta el final
del camino terrenal
que hoy despierta en aguacero.
Así que, pidiendo permiso,
se arrodilla ante la musa
el que, sin pensar, abusa
de su paciencia, y sumiso
se arrastra por el piso
suplicando un nuevo chance
de encontrar en este lance
una nueva inspiración,
acaso transpiración,
que venga a impulsar mi avance.
Solicito amablemente
que le sea concedido
un pedazo de sentido
a la ilógica demente
que domina fácilmente
tanto acto desleal.
Es que resulta fatal
convivir con la sapiencia
de tener la indiferencia
como guía espiritual.
Me disculpo si no es mucho
lo que hube de ofrecer
en este simple tejer
del poema paliducho
que revela al poco ducho
compañero que lo escribe.
El que quiera lo derribe
con martillo, pico y maza.
Si usted quiere lo rechaza.
Si usted quiere lo recibe.
02/05/2019