promete una descripción
con detalle y corazón;
una que sólo demuestre
esta pasión tan "silvestre"
que ha sabido renacer
- sin hacérmelo saber-
por aquella personita
de mote "brava chiquita"
(ningún otro ha de tener).
No siendo más la exigencia
y no habiendo más preámbulos,
este "poeta" noctámbulo
se aventura con decencia
a evocar esa presencia
que ha sido ya mencionada.
Con melena enmarañada
va en camino por el mundo
despistando a un vagabundo
y a una pequeña malcriada.
Es para ella "cosita"
la más correcta manera
de volverse la niñera
de chiquitos y chiquitas,
de ingenuos y confiaditas
que esperan de aquella cosa
una bromita jocosa,
un saludo, un abrazo,
un dulce, en el peor caso...
¡No tamaña empalagosa!
Sepa ahora el respetable,
que mis versos negativos
son, en verdad, atractivos
de calaña inmejorable;
así como es admirable
su manía por llorar.
No se atreva a reprochar
el torrente en su retrato,
pues al mismo Río Atrato
ha llegado a avergonzar.
Y cómo echar al olvido
sus locuras tan coquetas
sus dos pequeñas... chancletas
ocultas en sus vestidos
(larguitos o reducidos);
o su pigmea figura:
metro y medio de estatura
en que caben más misterios
que de veinte cementerios
toditas sus esculturas.
Es, en fin, pa' terminar
un bichito encantador
que me ha hecho el honor
de dejarse enamorar,
gozar, fastidiar, amar.
Y sin la imagen completa
que podría una paleta
de colores exponer,
ésta ha demostrado ser
cosa de otro planeta.
Gracias por no rendirse conmigo.
18/11/2013