que llevas siempre mi llanto
pero sin pensarlo tanto
como re-pienso lo mío.
La mirada que desvío
buscando acaso un aliento
se regresa en el momento
en que surge la verdad:
ya no hay ni la mitad
del mentado sentimiento.
Pasan corriendo las horas
y no encuentro una esperanza,
ni un gramito de confianza
en que esta vaina mejora;
y hablo con usted, señora,
aunque el mote me la asuste,
lo que pasa es que este ajuste
al que ahora me someto
-me perdona lo indiscreto-
no es mucho lo que me guste.
Suponiendo que en la vida
las respuestas llegan luego,
el excluirme del juego
fue inesperada movida,
no ve pues que ahí en seguida
de que usted me despachara
ya tenía en la cuchara
una de esas pastillitas...
mas tranquila... tranquilita...
dijo un dios que me esperara.
La distancia, como el vino,
se sienta en silencio, y crece,
con años se fortalece
sin tomar ningún camino.
Así mismo me imagino
el recuerdo en la laguna,
cuando brindamos a una,
con la risa interminable
del amor incuestionable,
de mirarnos la fortuna.
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